Halloween: origen y llegada a la Argentina

Raíces antiguas y transformación histórica: El origen de la celebración se remonta a las festividades celtas del Samhain, que marcaban el final de la cosecha y el inicio del invierno; esa noche se creía que el límite entre vivos y muertos se volvía más permeable, por eso se encendían hogueras y se usaban máscaras para ahuyentar o confundir espíritus. Con la llegada del cristianismo la vigilia se solapó con la celebración de Todos los Santos (1 de noviembre), y la denominación All Hallows’ Eve terminó abreviándose como Halloween.

De Europa a Estados Unidos y de ahí al mundo: La emigración irlandesa y las transformaciones culturales en Norteamérica impulsaron la forma moderna de Halloween: el truco o trato, las calabazas talladas y la estética del terror se consolidaron en Estados Unidos y luego se difundieron globalmente a través del cine, la televisión y la industria del entretenimiento.
Cómo llegó y se consolidó en la Argentina

La difusión de producciones audiovisuales, el auge de las plataformas y la globalización cultural aceleraron la adopción de Halloween en barrios y escuelas argentinas; la fecha dejó de ser un ritual ajeno para transformarse en una jornada recreativa que combina juego infantil, fiestas temáticas y movimiento comercial. En colegios bonaerenses y porteños la celebración ya incluye actividades pedagógicas que abordan tanto la creatividad de los disfraces como el origen histórico de la festividad.

En la Argentina Halloween no es una copia literal: se resignifican personajes locales y se mezcla con tradiciones propias, mientras especialistas advierten sobre los límites de ciertas representaciones y los excesos comerciales que desplazan el sentido ritual o pedagógico de la fecha. También se identifican tensiones con la agenda religiosa (Día de Todos los Santos) y críticas sobre naturalización de escenas violentas en algunos espectáculos y decoraciones.

Hoy Halloween funciona en Argentina como una celebración híbrida: es práctica lúdica y consumible, herramienta educativa en escuelas y oportunidad comercial para comercios y eventos; al mismo tiempo abre espacios de diálogo sobre memoria, muerte, folclore y apropiación cultural, lo que sugiere que la fecha seguirá transformándose según los intereses sociales y culturales locales.